jueves, 22 de noviembre de 2012

New York - Jueves 12/07


Se acabó lo que se daba. El vuelo de vuelta salía a las 18h de la tarde. Si hubiésemos estado en un hotel de Manhattan posiblemente nos hubiera dado tiempo de ir a algún sitio, pero desde Queens era demasiado precipitado coger metro para ir y volver a donde fuera y llegar con tiempo al aeropuerto. Fuimos a desayunar a la cafetería del hotel y después volvimos a la habitación para preparar las maletas tranquilamente, controlando no dejarnos nada por algún rincón. Cuando terminamos con las maletas las dejamos en la recepción y fuimos a un centro comercial que estaba a unos 20 minutos andando. Curiosamente no habíamos ido ningún día porque siempre nos quedábamos en otro más pequeño que había antes y éste ni lo habíamos visto. Descubrimos que dentro había un Macy´s también y, en contra del que ya habíamos visto, éste sí que nos gustó y compramos algunas camisetas.

Para ir al aeropuerto decidimos no complicarnos la vida y coger un taxi. Ya nos conocíamos bien el metro y lo último que apetecía era meterse allí con los dos maletones, cámaras y bolsas. El taxi nos costó caro ya que al ir directamente hasta el aeropuerto de Newark cambiábamos de estado, pero la comodidad y tranquilidad que llevábamos lo compensó. Llegamos al aeropuerto con tiempo de esperar unos 20 minutos a que empezara la facturación. Ya con la tranquilidad de tener las tarjetas de embarque y quitarnos de encima la carga de las maletas, nos fuimos a comer a un Wendy´s para ya despedirnos por una temporada de la comida basura. Después de un par de horitas de espera en la sala de embarque, entre leer un poco y medio dormir y tras unas horas de vuelo estaríamos de vuelta a casa a las 11:40h del día siguiente.

Éste ha sido uno de esos viajes en los que cada detalle se te queda grabado. Ahora nos queda el recuerdo al ver las películas y reconocer sitios en los que podemos decir que hemos estado y en los que en un futuro más o menos cercano, seguro que volveremos a estar.
 
 
New York - Miércoles 11/07


Y llegó el último día completo en Nueva York. Este día ya nos lo podíamos tomar con calma y hacer las cosas sueltas que nos habían quedado pendientes, aunque no eran muchas. También se nos había acabado ya la metrocard y teníamos que pagar 2 dólares cada uno cada vez que cogiésemos el metro.
Lo primero que hicimos fue volver a Central Park, pero a la parte norte ya que fue imposible llegar hasta allí el primer día que estuvimos. Esa zona no está tan transitada como la otra ni tiene tantas cosas que ver. Se puede decir que está en estado más salvaje, como un bosque y lo que hay más que nada es gente haciendo deporte. Nos compramos unos helados en la entrada y dimos un largo paseo tranquilamente hasta Conservatory Park.
 
 
 
 
Pasamos la mañana paseando por el parque y después fuimos al metro para volver a Little Italy.  Nos había quedado pendiente comer en un restaurante italiano que recomendaban mucho en los foros y nos apetecía probarlo y así cambiar también un poco el tipo de comida. Estuvo todo estupendo y el hecho de comer en una mesa con mantel ya casi que nos pareció súper elegante. Eso sí, fue la comida más cara que hicimos allí, especialmente los postres que salieron a 9$ cada uno. Pero como ya era el último día nos dimos el capricho de comer allí.



Al terminar de comer, ya que estábamos por allí, fuimos a Chinatown a mirar souvenirs. Algo compramos, pero tampoco es que hubiese nada especialmente interesante. Muchas figuritas cutres y mal hechas.

 
 
Desde Chinatown fuimos dando un último y largo paseo hasta el puente de Brooklyn y desde allí recorrimos todo el paseo del río.  
 
 
 
Teníamos que llegar a la calle 23, ya que íbamos a tener la suerte de presenciar el “Manhattanhenge”, también conocido como el solsticio de Manhattan.  Es un fenómeno que ocurre sólo dos veces al año, una de ellas sobre el 12 ó 13 de julio, que era justamente cuando estábamos allí. Se produce cuando el sol se pone y se alinea perfectamente con las calles que cortan la ciudad de este a oeste. Para verlo, hay que estar en el lugar exacto a las 20:23h. Para no perderse detalle, lo mejor es situarse lo más al este posible y mirar hacia el oeste, sin perder de vista New Jersey; las calles que ofrecen una mejor imagen son la 14, la 23, la 34, la 42 y la 57. En el momento que se está produciendo, estas calles se llenan de gente que se la juega entre el tráfico para sacar buenas fotos.
 
 
 
Tras esto, ya sí que nos quedaba el último ratito para despedirnos de Manhattan. En un principio la idea era coger el ferry de Staten Island, que es gratuito, para hacer de noche el recorrido cerca de la Estatua de Libertad. El problema es que no teníamos muy claro los horarios ni hasta qué hora estaría operativo y nos dio miedo que mientras llegábamos hasta allí se nos hiciera demasiado tarde. No corrimos riesgos y nos fuimos andando hasta el Flatiron Building, por donde estuvimos un rato sentados antes de coger el metro de vuelta al hotel.
 

 
 
 
   
 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

New York - Martes 10/07


El final del viaje se iba acercando peligrosamente y nos quedaban varias cosas importantes aún por ver, como el Museo de Historia Natural y el Rockefeller Center, que es a lo que dedicamos ese día.  Este museo en realidad lo teníamos previsto para principios del viaje, pero por una cosa u otra lo tuvimos que ir pasando. Se hizo de rogar, pero mereció la pena, ya que fue una de las cosas que más nos han gustado de Nueva York. Entramos por la mañana sobre las 11:30h y salimos cuando lo cerraron  por la tarde. La entrada también cuesta 25$ por persona y tiene la opción de Pay as you wish.
El  museo es impresionante desde que entras al recibidor donde se encuentran las cajas para comprar las entradas, un enorme hall con varios esqueletos de dinosaurios. Tal como entramos era inevitable recordar las películas de “Noche en el Museo”. Incluso estaban los grupitos de niños de los colegios visitando el museo.

Fuimos directamente a la planta superior, que era la de los dinosaurios y allí nos quedamos hasta la hora de comer. La colección de esqueletos que tienen es increíble y están en muy buen estado de conservación. Y no sólo había dinosaurios de varias especies, sino también otros animales prehistóricos como mamuts, dientes de sable, tortugas gigantes…

 
 


Como el museo nos estaba encantando nos quisimos llevar algo de recuerdo y cuando pasamos por una de las tiendas de dentro nos compramos unas camisetas y un peluche de un T-Rex.

 

Después de unas horas viendo dinosaurios, era ya la hora de comer. Dentro del museo hay cafeterías, pero nos pareció mejor idea salir fuera para despejarnos un rato y así no saturarnos. Vimos que a unas 4 calles del museo había otro restaurante Jackson Hole y como nos había gustado tanto la otra vez nos fuimos hasta allí andando por Park Avenue. El sitio no era tan bonito como el de la otra vez, pero las hamburguesas estaban igualmente exquisitas. Una vez más, comimos muy bien y a buen precio.


Volvimos al museo y hasta la hora del cierre a las 17:30h estuvimos viendo las innumerables salas que nos quedaban por ver. Vimos lo que nos pareció más interesante y lo demás un poco a la carrera porque era imposible que diera tiempo de todo. Fuimos buscando también la sala de la ballena gigante, que la mencionaban en todas las guías y la encontramos ya casi al final del recorrido. De este museo podría escribir 5 páginas más, pero lo dejaré aquí para no hacerlo tan extenso. Es de lo que más nos gusto y si volvemos a ir a Nueva York, sin duda que volveremos a entrar y a dedicarle otro día entero a visitarlo.

 
 
Salimos del museo sobre las 17:30h, después de varios anuncios por megafonía en el museo avisando de la hora de cierre. Aún nos quedaban libres unas 3 horas hasta nuestra próxima parada, el Top of the Rock (TOR), la torre del Rockefeller Center. Nos dirigimos a la zona de la 5ª Avenida para estar cerca.  Fuimos a la Catedral de St Patrick, que rodeada de tantos rascacielos parece pequeñita, pero que al entrar vimos que era bastante grande.
 

 
Desde allí fuimos andando hasta el famoso hotel Astoria, aunque finalmente no llegamos a entrar porque estaban haciendo obras en la recepción. Volvimos hasta la zona del TOR y entramos en la tienda Lego, que también la nombraban mucho. Nos decepcionó un poco, supongo que porque habíamos visto el año anterior la de Orlando y ésa era gigantesca. Nos llamó la atención ver cómo la gente compraba bolsas enormes de piezas variadas.


Una vez que salimos de la tienda nos sentamos en la plaza del Rockefeller Center, cerca de donde ponen el árbol de navidad y allí estuvimos esperando hasta la hora de entrar al TOR. Las entradas también las habíamos reservado por internet desde España. www.topoftherocknyc.com

 Cuestan 25$ cada una. Las vistas son similares a las del Empire State aunque a menor altura. Había leído en los foros que era mejor subir por la mañana al Empire y por la noche al TOR y así lo hicimos. La idea era subir antes de la puesta de sol para ver cómo se iba haciendo de noche y se iban iluminando todo. Teníamos las entradas para las 20:20h, ya que habíamos mirado por internet a qué hora se ponía allí el sol para que nos diera tiempo de subir antes.
 
Una vez más, al entrar pasamos directamente con las entradas impresas y sin ningún problema ni apenas esperar cola. Desde que entras puedes notar que ya es más moderno que el Empire State. Cuando subes en el ascensor hay que mirar hacia arriba en el hueco, ya que ponen imágenes rápidas y luces de colores. Cuando se baja del ascensor se accede a un mirador cuya única protección es una mampara de cristal, de manera que allí se pueden hacer fotos del Empire State sin que salga cortado. También estuvimos viendo la parte de Central Park, que también puede verse entero. Una enorme mancha verde en mitad de los edificios.
 
Desde allí accedimos por escaleras mecánicas hasta un nivel superior, que fue donde nos quedamos ya el resto del tiempo. En total estuvimos casi 2 horas arriba, desde que empezó a ponerse el sol hasta que fue completamente de noche. Mereció la pena ver cómo iban cambiando los tonos del cielo y ver la iluminación de los edificios, especialmente del Empire State y de las nuevas torres del World Trade Center. Creo que salieron más de cien fotos de ese rato.



Central Park de noche:


 
Fue uno de los días que más tarde se nos hizo estando por Manhattan. El día había sido largo y muy denso y habíamos estado muchísimo tiempo de pie. De vuelta en el metro dábamos alguna que otra cabezada. Volvimos a cenar en Sushi Island al lado del hotel y a dormir. Ese día no teníamos fuerza ni para conectarnos un rato al wifi de la recepción como hacíamos todas las noches.

 
 
 

 
 
 
 
 

martes, 20 de noviembre de 2012

New York - Lunes 09/07


Ese día nos tocaba visitar otro de los archiconocidos iconos de Nueva York, el Empire State Building. No teníamos prisa, ya que teníamos las entradas reservadas por internet con la hora de subida. Fue un acierto hacerlo ya que, aunque el precio es el mismo, te evitas de esperar la larga cola que hay allí para comprarlas y se entra del tirón. Son 25$ dólares cada uno. Se puede elegir entre comprar hasta el piso 86 ó el 102. Evidentemente, si se compran para el 102 salen un poco más caras. Decidimos ir hasta el 86 porque había leído que más arriba no merecía la pena, ya que no es tan la diferencia de altura y lo que hay es una especie de cristaleras para asomarse un poco. Como no lo he visto yo misma no puedo opinar, pero creo que el piso 86 es más que suficiente, no creo que merezca la pena pagar más por asomarse a un cristal. www.esbnyc.com
A medida que te vas acercando al edificio, más te van agobiando los vendedores de entradas para que se las compres, así que tuvimos que ir esquivándolos a todos para que no nos entretuvieran.
Llegamos al edificio a la hora prevista. El hall en sí ya es impresionante, muy alto y con todas las paredes de mármol. También vimos una tienda, con los peluches de King Kong de recuerdo.
 
Con los mismos papeles que teníamos impresos de casa nos pasaron un lector por el código de barras y accedimos a los controles de seguridad sin ningún problema. Y sí, la verdad es que había bastante cola para comprar las entradas y eso que nos pudimos evitar. Hay que aprovechar bien el tiempo porque cuando tienes cosas por ver el día se te pasa volando. Pasamos al ascensor para subir hasta el mirador. Casi no da tiempo ni de enterarse, cuando ya ha subido los ochenta y tantos pisos.

 

Una vez que se accede al mirador, se puede estar allí todo el tiempo que se quiera y lo bueno es que no dan acceso a más personas hasta que otras van saliendo, con lo que no llega a masificarse. Estuvimos más de una hora arriba haciendo fotos desde todos los ángulos y viendo detalles de edificios que es imposible apreciar desde la calle. Desde la altura es cuando se puede apreciar totalmente la magnitud que tiene la ciudad, el tamaño de los rascacielos y la longitud de las avenidas.



 
Una vez que terminamos con el Empire State dimos un paseo por la zona hasta que llegamos andando al edificio Chrysler (uno de mis favoritos) y entramos en la Estación Central, que está casi al lado.


 
Interior de la Estación Central:


Nada más entrar en la estación, nos resultó totalmente familiar, ya que ha salido en muchísimas películas. Es una de las cosas buenas de Nueva York, que siempre tienes la sensación de estar en un lugar conocido. La parte de abajo estaba llena de pequeños locales de comidas de todo tipo. Echamos un ojo por si nos quedábamos a comer por allí, pero había demasiada gente y demasiado bullicio como para comer tranquilos y salimos a seguir andando.


 

Buscando dónde comer, paramos en un chino que encontramos por el camino. Nos apetecía cambiar un poco el tipo de comida y comer algo más ligero. Pero nos equivocamos. Se ve que allí las cantidades de comida son monstruosamente grandes, te metas donde te metas y no hubo forma de terminar con unos tallarines con carne y un plato de pollo agridulce. Una vez más, salimos rodando después de la comida.
 
Tras la comilona nos fuimos andando hasta la zona de la ONU. Curioso al menos para ver los edificios, pero si se va con poco tiempo no es imprescindible. Edificios muy modernos, algunas esculturas y mucha seguridad. Si se pasan los controles de seguridad pertinentes, se puede acceder a una zona de paseo junto al río, pero no lo intentamos.

 

 
La tarde iba avanzando. Una de las cosas que teníamos apuntadas para ver si daba tiempo, era un portaaviones que actualmente es un buque museo. Podría haber sido interesante y tenía curiosidad por verlo, pero estaba demasiado lejos de todo, íbamos a perder demasiado tiempo en ir y volver. Otra cosa que quedó en asuntos pendientes.
Como ya era una hora un poco mala, tarde para unas cosas y temprano para otras, nos decidimos a volver a la zona de Seaport, que nos había gustado mucho y así poder verla con un poco más de detalle. Por allí estuvimos descansando un poco cerca del río y viendo tiendas. Desde esa parte hay vistas muy bonitas del puente de Brooklyn.
 


 
Me quedé con las ganas de tomarme uno de estos, pero tomarme yo sola un cóctel gigante mezclado con dos Coronitas y luego coger el metro, me pareció una mezcla arriesgada. Me tuve que conformar con el recuerdo de la foto.
 
 
Esa noche al llegar al hotel ya estábamos bastante cansados y no teníamos demasiada hambre tras el empacho asiático, pero se nos ocurrió ir a un McDonald´s que había justo en frente del hotel. Es una tontería, pero tenía curiosidad por probar si las hamburguesas eran iguales que en España. Pedimos menú Big Mac y, efectivamente, son exactamente iguales en todo incluso el sabor de las patatas. Quizás la carne estuviera un poco menos seca que la de aquí, pero lo demás idéntico. Duda resuelta.