Y llegó el último día completo en Nueva York. Este día ya
nos lo podíamos tomar con calma y hacer las cosas sueltas que nos habían
quedado pendientes, aunque no eran muchas. También se nos había acabado ya la
metrocard y teníamos que pagar 2 dólares cada uno cada vez que cogiésemos el
metro.
Lo primero que hicimos fue volver a Central Park, pero
a la parte norte ya que fue imposible llegar hasta allí el primer día que
estuvimos. Esa zona no está tan transitada como la otra ni tiene tantas cosas
que ver. Se puede decir que está en estado más salvaje, como un bosque y lo que
hay más que nada es gente haciendo deporte. Nos compramos unos helados en la
entrada y dimos un largo paseo tranquilamente hasta Conservatory Park.
Pasamos
la mañana paseando por el parque y después fuimos al metro para volver a Little
Italy. Nos había quedado pendiente comer
en un restaurante italiano que recomendaban mucho en los foros y nos apetecía
probarlo y así cambiar también un poco el tipo de comida. Estuvo todo estupendo
y el hecho de comer en una mesa con mantel ya casi que nos pareció súper
elegante. Eso sí, fue la comida más cara que hicimos allí, especialmente los
postres que salieron a 9$ cada uno. Pero como ya era el último día nos dimos el
capricho de comer allí.
Al terminar de comer, ya que estábamos por allí, fuimos a Chinatown a mirar souvenirs. Algo compramos, pero tampoco es que hubiese nada especialmente interesante. Muchas figuritas cutres y mal hechas.
Desde
Chinatown fuimos dando un último y largo paseo hasta el puente de Brooklyn y
desde allí recorrimos todo el paseo del río.
Teníamos
que llegar a la calle 23, ya que íbamos a tener la suerte de presenciar el
“Manhattanhenge”, también conocido como el solsticio de Manhattan. Es un fenómeno que ocurre sólo dos veces al
año, una de ellas sobre el 12 ó 13 de julio, que era justamente cuando
estábamos allí. Se produce cuando el sol se pone y se alinea perfectamente con
las calles que cortan la ciudad de este a oeste. Para verlo, hay que estar en
el lugar exacto a las 20:23h. Para no perderse detalle, lo mejor es situarse lo más al este
posible y mirar hacia el oeste, sin perder de vista New Jersey; las calles que
ofrecen una mejor imagen son la 14, la 23, la 34, la 42 y la 57. En el momento
que se está produciendo, estas calles se llenan de gente que se la juega entre
el tráfico para sacar buenas fotos.
Tras
esto, ya sí que nos quedaba el último ratito para despedirnos de Manhattan. En
un principio la idea era coger el ferry de Staten Island, que es gratuito, para
hacer de noche el recorrido cerca de la Estatua de Libertad. El problema es que
no teníamos muy claro los horarios ni hasta qué hora estaría operativo y nos
dio miedo que mientras llegábamos hasta allí se nos hiciera demasiado tarde. No
corrimos riesgos y nos fuimos andando hasta el Flatiron Building, por donde
estuvimos un rato sentados antes de coger el metro de vuelta al hotel.
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