El final del viaje se iba acercando peligrosamente y nos
quedaban varias cosas importantes aún por ver, como el Museo de Historia
Natural y el Rockefeller Center, que es a lo que dedicamos ese día. Este museo en realidad lo teníamos previsto
para principios del viaje, pero por una cosa u otra lo tuvimos que ir pasando.
Se hizo de rogar, pero mereció la pena, ya que fue una de las cosas que más nos
han gustado de Nueva York. Entramos por la mañana sobre las 11:30h y salimos
cuando lo cerraron por la tarde. La
entrada también cuesta 25$ por persona y tiene la opción de Pay as you wish.
El museo es
impresionante desde que entras al recibidor donde se encuentran las cajas para
comprar las entradas, un enorme hall con varios esqueletos de dinosaurios. Tal
como entramos era inevitable recordar las películas de “Noche en el Museo”.
Incluso estaban los grupitos de niños de los colegios visitando el museo.
Fuimos directamente a la planta superior, que era la de los
dinosaurios y allí nos quedamos hasta la hora de comer. La colección de
esqueletos que tienen es increíble y están en muy buen estado de conservación.
Y no sólo había dinosaurios de varias especies, sino también otros animales
prehistóricos como mamuts, dientes de sable, tortugas gigantes…
Como el museo nos estaba encantando nos quisimos llevar algo de recuerdo y cuando pasamos por una de las tiendas de dentro nos compramos unas camisetas y un peluche de un T-Rex.
Después de unas horas viendo dinosaurios, era ya la hora de
comer. Dentro del museo hay cafeterías, pero nos pareció mejor idea salir fuera
para despejarnos un rato y así no saturarnos. Vimos que a unas 4 calles del
museo había otro restaurante Jackson Hole y como nos había gustado tanto la
otra vez nos fuimos hasta allí andando por Park Avenue. El sitio no era tan
bonito como el de la otra vez, pero las hamburguesas estaban igualmente
exquisitas. Una vez más, comimos muy bien y a buen precio.
Volvimos al museo y hasta la hora del cierre a las 17:30h
estuvimos viendo las innumerables salas que nos quedaban por ver. Vimos lo que
nos pareció más interesante y lo demás un poco a la carrera porque era
imposible que diera tiempo de todo. Fuimos buscando también la sala de la
ballena gigante, que la mencionaban en todas las guías y la encontramos ya casi
al final del recorrido. De este museo podría escribir 5 páginas más, pero lo
dejaré aquí para no hacerlo tan extenso. Es de lo que más nos gusto y si
volvemos a ir a Nueva York, sin duda que volveremos a entrar y a dedicarle otro
día entero a visitarlo.
Salimos
del museo sobre las 17:30h, después de varios anuncios por megafonía en el museo
avisando de la hora de cierre. Aún nos quedaban libres unas 3 horas hasta
nuestra próxima parada, el Top of the Rock (TOR), la torre del Rockefeller
Center. Nos dirigimos a la zona de la 5ª Avenida para estar cerca. Fuimos a la Catedral de St Patrick, que
rodeada de tantos rascacielos parece pequeñita, pero que al entrar vimos que
era bastante grande.
Desde
allí fuimos andando hasta el famoso hotel Astoria, aunque finalmente no llegamos
a entrar porque estaban haciendo obras en la recepción. Volvimos hasta la zona
del TOR y entramos en la tienda Lego, que también la nombraban mucho. Nos
decepcionó un poco, supongo que porque habíamos visto el año anterior la de
Orlando y ésa era gigantesca. Nos llamó la atención ver cómo la gente compraba
bolsas enormes de piezas variadas.
Una vez que salimos de la tienda nos sentamos en la plaza
del Rockefeller Center, cerca de donde ponen el árbol de navidad y allí
estuvimos esperando hasta la hora de entrar al TOR. Las entradas también las
habíamos reservado por internet desde España. www.topoftherocknyc.com
Una vez más, al entrar pasamos directamente con las entradas
impresas y sin ningún problema ni apenas esperar cola. Desde que entras puedes
notar que ya es más moderno que el Empire State. Cuando subes en el ascensor
hay que mirar hacia arriba en el hueco, ya que ponen imágenes rápidas y luces
de colores. Cuando se baja del ascensor se accede a un mirador cuya única protección
es una mampara de cristal, de manera que allí se pueden hacer fotos del Empire
State sin que salga cortado. También estuvimos viendo la parte de Central Park,
que también puede verse entero. Una enorme mancha verde en mitad de los
edificios.
Desde
allí accedimos por escaleras mecánicas hasta un nivel superior, que fue donde
nos quedamos ya el resto del tiempo. En total estuvimos casi 2 horas arriba,
desde que empezó a ponerse el sol hasta que fue completamente de noche. Mereció
la pena ver cómo iban cambiando los tonos del cielo y ver la iluminación de los
edificios, especialmente del Empire State y de las nuevas torres del World
Trade Center. Creo que salieron más de cien fotos de ese rato.
Central Park de noche:
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