Se acabó lo que se daba. El vuelo de vuelta salía a las 18h
de la tarde. Si hubiésemos estado en un hotel de Manhattan posiblemente nos
hubiera dado tiempo de ir a algún sitio, pero desde Queens era demasiado
precipitado coger metro para ir y volver a donde fuera y llegar con tiempo al
aeropuerto. Fuimos a desayunar a la cafetería del hotel y después volvimos a la
habitación para preparar las maletas tranquilamente, controlando no dejarnos
nada por algún rincón. Cuando terminamos con las maletas las dejamos en la
recepción y fuimos a un centro comercial que estaba a unos 20 minutos andando.
Curiosamente no habíamos ido ningún día porque siempre nos quedábamos en otro
más pequeño que había antes y éste ni lo habíamos visto. Descubrimos que dentro
había un Macy´s también y, en contra del que ya habíamos visto, éste sí que nos
gustó y compramos algunas camisetas.
Para ir al aeropuerto decidimos no complicarnos la vida y
coger un taxi. Ya nos conocíamos bien el metro y lo último que apetecía era meterse allí con los dos maletones, cámaras y bolsas. El taxi nos
costó caro ya que al ir directamente hasta el aeropuerto de Newark cambiábamos
de estado, pero la comodidad y tranquilidad que llevábamos lo compensó.
Llegamos al aeropuerto con tiempo de esperar unos 20 minutos a que empezara la
facturación. Ya con la tranquilidad de tener las tarjetas de embarque y
quitarnos de encima la carga de las maletas, nos fuimos a comer a un Wendy´s
para ya despedirnos por una temporada de la comida basura. Después de un par de
horitas de espera en la sala de embarque, entre leer un poco y medio dormir y
tras unas horas de vuelo estaríamos de vuelta a casa a las 11:40h del día
siguiente.
Éste ha sido uno de esos viajes en los que cada detalle se
te queda grabado. Ahora nos queda el recuerdo al ver las películas y reconocer
sitios en los que podemos decir que hemos estado y en los que en un futuro más
o menos cercano, seguro que volveremos a estar.
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